miércoles, 19 de julio de 2017

A SANGRE FRÍA


Contemplo aquella instantánea y comienzo a recordar. Es lo único que puedo hacer aquí. Desde que murió mamá nada fue igual. Nuestra vida se tiñó de blanco y negro. Y eso que con ella tampoco brillaban mucho las luces de colores. Su zapatilla marcaba más huellas sobre nuestra piel que en el suelo, pero éramos felices.

En el orfanato todo cambió. A mis hermanas y a mí, sor María nos llevaba a punta de pistola, literalmente hablando. Pero al fin acabó. Fue cuestión de sangre fría. Abrir el cajón de su mesilla. Apoyar el cañón sobre su sien y, desde aquella noche, volver a sonreír los tres. 

Guardo la fotografía en su ajado sobre. Lo coloco bajo el colchón. Y a través de las rejas de mi ventana puedo volver a ver un nuevo amanecer. 



Fotografía: Robert Frank



2 comentarios:

  1. Javier, un relato excelente. En tan pocas palabras nos cuentas toda la dura vida de tres niños maltratados y que al fin vuelven a sonreír, aunque no sea la mejor manera.
    Besets al collet.

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    1. Pilar, muchas gracias por tu visita. Has sabido ver lo que he querido expresar con mis palabras.
      Besets al collet.

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