lunes, 11 de diciembre de 2017

AMOR/ROMA

   Todos los días está ahí, solo, con su mirada perdida. La gente que lo conoce intenta evitarlo. Siempre el mismo gesto, la misma pregunta. Se aproxima a las mujeres que transitan por la acera, les muestra el espejo que porta entre sus manos y les interroga. 

    —¿La conoces? Es el amor de mi vida. 

   Todas ellas se ven reflejadas. Unas sonríen, otras le insultan, pero la mayoría pasan de él.

   Hoy ya no está. Solo permanece el espejo en el suelo y una chica, de rodillas al lado, balbuceando entre lágrimas: 

    —Era yo… pero he llegado tarde.


Fotografía: Juliane Liebert


3 comentarios:

  1. Julio David, muchas gracias por tu comentario.
    Un abrazo.

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  2. Aun repitiendo lo dicho por Julio David, lo encuentro tremendamente original, una originalidad teñida de una profunda tristeza.
    Un abrazo.

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    1. Muchas gracias, Josep, por tu comentario. Me gusta la frase final de tu comentario "una originalidad teñida de tristeza".
      Un abrazo.

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